Pasajes de un Diálogo en Curso
Conversación entre Dr. Balkrishna Doshi y Bijoy Jain
(Con la participación de Rajeev Kathpalia y Durganand Balsavar)
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Construcción Comunitaria
B.V. Doshi: ¿Por qué siempre hablamos de legado cuando nos referimos a la India? Citamos edificios antiguos, los havelis y ese tipo de cosas, pero todo eso queda ya muy atrás. ¿Quién creó todo ese patrimonio que parece haber llegado de otro planeta? ¿De verdad tenemos algo que ver con esas obras? ¿Estamos hoy ligados a ellas? Es una cuestión de suma importancia que a mí me inquieta.
Si pienso en la ciudad vieja de Ahmedabad, de Dehli, Pune o cualquier otro sitio, y en la vida en esos tiempos, imagino que tuvo que haber un Vastu Shastri, y supongo que rituales, tradiciones. Me figuro que todos vestirían una ropa parecida, hablarían en dialecto, comerían y se comunicarían. Estarían todos ligados a ese lugar. Las creencias seguro que algo tendrían que ver en todo ello. Puede que confiaran en una persona como el Vastu Shastri, alguien que llega y dice cómo tienen que hacerse las cosas. Quizá tuviera que ver con las técnicas de producción, o con la clase de vida que llevasen, pero todo estaba integrado y las ciudades conservaban esa cualidad. Psicológicamente nos sentimos muy orgullosos de nuestra cultura, ¿pero de cuál? ¿de la cultura de hace seiscientos años? ¿de la de hace cuatrocientos años?
B. Jain: Yo además tengo la impresión de que hoy en día se ha trivializado la idea que tenemos de artesanía, porque nuevamente, con esta relación entre historia y forma, nuestro imaginario pone aún el énfasis en la historia de la forma, oponiéndose a lo que la artesanía es realmente, o lo que deberíamos entender por artesanía.
Sangath, Ahmedabad, India. Verano, 2011
B.V. Doshi: Pondré un ejemplo: el Garba de Guyarat, que era un fenómeno social muy importante. En él se buscaba la participación de toda la comunidad. Había un escritor, un dramaturgo, un carpintero, un zapatero, un ferretero y alguien que se dedicaba a la alfarería. Se decían a sí mismos: ¿cómo hago para conseguir que esta gente hable de algo que sea más trascendente? La cultura entonces mejoraba paulatinamente en su comprensión espiritual de la vida. Así pues, ¿qué hicieron? Crearon festivales para después de la cosecha, crearon algo popular. En primer lugar el sonido, luego alguien canta, un gran poeta escribe, un Kirtankar recita. Giraba todo ello en torno a la divinidad y al tipo de rituales que duraban diez días. Las familias se preparaban para esos diez días. La ropa, los vestidos, y la sensación de que algo va a ocurrir lo impregnaban todo. En realidad, el festival empieza mucho antes de que dé comienzo el Navaratri. Basta ver el impacto psicológico, todo el mundo habla del festival, es como una boda en casa, aunque de tipo espiritual. El alfarero hace la plataforma, un carpintero las shamiana sobre las columnas, también el herrero colabora haciendo alguna cosa. Llega el sastre y viste el tinglado. Llega el escultor y esculpe la deidad. Así que, bien mirado, cada cosa está hecha por alguien experto en ello. Era una manera de decir: esto será aceptado, es una ofrenda, algo sagrado. Creo que con este tipo de idea, y con lo que de ello se consigue, no sólo se comprenden unos a otros, sino que además se les brinda la ocasión de aprender unos de otros. Sus ojos, sus oídos, su cuerpo y su psique están en sintonía con cuanto ocurre. Aquellos festivales se crearon con tal objetivo. Pues bien, si eso pudiese volver a ocurrir, seríamos capaces de relacionarnos de nuevo unos con otros.
B. Jain: Voy a intentar hablar de esa idea, de esa relación que se establece con la historia, con una cultura que cuenta con quinientos años de antigüedad, y tratar de entender en qué consistía esa conexión y en qué consiste hoy en día. Por ejemplo, mis carpinteros y yo llevamos tiempo hablando de cómo esta idea de conexión se aplica en la carpintería japonesa. Los japoneses han desarrollado una mirada sutil para entender el bosque, para apreciar la madera del bosque, entender que cada árbol tiene su propia personalidad, un carácter propio que es resultado del modo en que ese árbol se ha visto afectado por el sol o el viento, o por la sombra de un árbol sobre otro, una mirada que les permite saber cómo transformar esa madera y brindarle una nueva vida. Tienen la comprensión de que es materia viva pese a sus transformaciones, ya sea piedra, madera o cualquier otro material. Hace tiempo que hablamos de ello. Siempre me he preguntado cómo empieza uno a crear un vínculo con esa manera de entender las cosas. No tiene nada que ver con las matemáticas, o con los libros, no hay nada que nos enseñe a establecer esa clase de relaciones. ¿Qué es entonces lo que nos permite establecerlas? Desde luego, se trata de algo que surge de la observación atenta, una observación que se experimenta con el propio cuerpo y desde uno mismo. Hace tiempo que les hablo sobre la idea de metodología, del por qué ellos cubren la pieza de madera y sólo dejan a la vista el trozo en el que están trabajando. Es una forma de imprimir cierto valor a lo que uno hace.Esto es algo de lo que hablamos hace diez o doce años, y sigue ahí. Nuestros carpinteros son jóvenes, tienen treinta y cinco años, pero forman parte de un linaje que tiene quinientos años de historia, nuestra historia, y ahora, cuando van a comprar madera, comprueban la veta, y comprueban cómo está siendo cortada la madera, porque el potencial de una viga dependerá de cómo se ha entendido la veta de la madera.
MAHABHARATA. M.F. Husain, 1990
Hace poco he vuelto de Japón, donde tuve la fortuna de poder documentar el trabajo de algunos de esos maestros maestros carpinteros que tienen más de noventa años de edad y que todavía siguen trabajando. Compartí esta experiencia japonesa con mis carpinteros. Lo asombroso es que estos maestros japoneses dibujan, en abstracto, sobre piezas de madera todo el edificio y después cortan la madera. Tallan distintos anclajes, pero no los ensamblan hasta transportarlos físicamente al lugar. Saben perfectamente cómo se va a montar todo el edificio. Poseen el grado de percepción necesario para comprender la complejidad. Hacen dibujos, planos, secciones, alzados, y todos ellos están relacionados entre sí. Lo que yo creo es que nosotros también tenemos hoy la capacidad necesaria para hacer este tipo de cosas que hacen ellos, pero carecemos de su disciplina, de su pulcritud, del rigor, de entender el auténtico significado de lo que estamos haciendo. Asombra pensar que disponemos de miles de artesanos que gozan de esas mismas cualidades. La capacidad sigue existiendo, sólo necesitamos inculcar en nuestros carpinteros esa idea de conexión con la historia, de lo que se está haciendo, la razón por la que se hace. Aquí es donde se ha producido la fractura de la conexión. Veo que ellos la tienen.
Es esa idea que tenemos de la cultura y de la historia la que ha producido un cisma en la vida contemporánea. Cuando los canteros colocan las piedras, he llegado a comentar a alguno: "tu abuelo no las hubiera puesto así". Entonces el hombre levanta rápidamente las piedras. Después, vuelvo al cabo de cinco días, y veo que las ha puesto exactamente igual que las hubiera puesto su abuelo, pero de algún modo esa relación... Tengo que contarles una y otra vez esa relación con la historia, con su abuelo, su bisabuelo, qué habría pensado él, cómo habría hecho él la junta, cómo habría colocado la piedra. En cuanto empiezas a hablarles de estas cosas sienten de algún modo empatía hacia la familia de la que proceden, aunque también a veces veo que aquella empatía se ha roto. Uno tiene que seguir contándoles esta historia una y otra vez. Pero el potencial sigue estando ahí. Soy optimista en estos tiempos difíciles, aunque siempre necesitaremos un crisol si queremos reunir algunas de las partes para luego reconstruirlas. Si desaparecieran todas las partes, entonces sí que tendríamos que volver a empezar desde un lugar completamente nuevo.