Animales Políticos,
La Arquitectura de Xaveer De Geyter Architects
Philip Ursprung
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Aristóteles, en su tratado Política (del griego politiká, 350 a. C.) afirma: "De todo esto resulta, pues, manifiesto que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal político (politikón dsôon), y que el apolítico por naturaleza y no por azar o es mal hombre o más que hombre como aquél a quien Homero increpa: 'sin tribu, sin ley, sin hogar', porque el que es tal por naturaleza es además amante de la guerra, como una pieza aislada en los juegos".
"El hombre es un animal político" es una frase todavía citada a menudo más de dos mil años después de que Aristóteles la hubiera escrito. Su tratado se convirtió en la base de la antropología occidental y, hasta hoy, sigue siendo una de las referencias fundacionales de la filosofía política. El tratado de Aristóteles, sólidamente arraigado en sus viajes y en las relaciones que mantuvo con gobernantes políticos (fue el maestro del futuro Alejandro Magno) difiere, en virtud de su enfoque pragmático, del idealismo y la visión más jerárquica de República (del griego politeia, 375 a. C.), la obra de su mentor Platón. Para Aristóteles "La polis es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte".
Supongo que Xaveer De Geyter, si tuviera que elegir, se sumaría a la visión inductiva de la política de Aristóteles, fundamentada en la observación atenta y en la sistematización en vez de al enfoque más deductivo y especulativo de Platón. De Geyter creció y se formó en Bruselas en los años del auge del Estado de bienestar en Europa occidental; durante una década, desde los años ochenta hasta principios de los noventa, trabajó con Rem Koolhaas en Rotterdam, en OMA (Office for Metropolitan Architecture); desde 1988
dirige su propio estudio en Bruselas y, desde hace poco, otra oficina en París. En resumen, De Geyter ha estado permanentemente en el centro mismo de unos de los mayores empeños políticos de la segunda mitad del siglo XX: la integración europea.
Por pura coincidencia, De Geyter y la Unión Europea nacieron en el mismo año, 1957, año en el que se firmó el Tratado de Roma y se estableció formalmente la Comunidad Económica Europea. Ya antes, en 1951, Bélgica, junto con Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo y Holanda, había formado parte de los seis países fundadores de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Y durante la década de los sesenta Bruselas se manifestó como la sede de las principales instituciones europeas: acoge la Comisión y el Consejo Europeos y, desde 1985 el Parlamento Europeo, con sede oficial en Estrasburgo. En 1967, cuando la OTAN trasladó sus oficinas centrales desde París a Bruselas, la ciudad se convirtió no sólo en el centro de la actividad política europea sino también en su eje militar. Las crecientes (a ritmo rápido) instituciones europeas ocuparon innumerables edificios para alojar sus oficinas y espacios de reunión. Algunos de ellos fueron fruto de apresuradas transformaciones de estructuras antiguas, muchos fueron construidos desde cero. Además, durante años, decenas de miles de administrativos, políticos, diplomáticos, grupos de presión y periodistas entraron y salieron de la ciudad. De modo que aunque la Unión Europea carezca formalmente de capital la ciudad de Bruselas ostenta de facto este título desde hace más de medio siglo.
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