En el emplazamiento, la lógica del modelo agrícola y su interacción con los ciclos naturales contrasta con la inhibición de los modelos de crecimiento urbano. La propuesta plantea las preguntas en los espacios intermedios, en las transiciones, en los umbrales, como puente o enlace para establecer continuidades y no estancamientos, intentando abrir los límites entre diferentes realidades.
Diez viviendas por planta se distribuyen en cada uno de los dos edificios, de planta baja más 3. Un ligero talud permite la entrada de luz y aire natural al aparcamiento. En este plano inclinado se planta un pequeño bosque de chopos para que en verano proteja del Sol de poniente. Los accesos y los espacios comunitarios se proyectan como lugares de relación, zonas intermedias entre las viviendas y el espacio exterior. Así, en la pasarela, una malla de acero corrugado responde con más o menos densidad a las necesidades del programa (barandillas, celosías, balcones, riego gota a gota, etc.) pudiendo acoger colonizaciones vegetales que sumadas a los chopos refrescarán unos espacios que por su orientación serán muy apreciados en las estaciones cálidas.